En el centro de nuestros cambios estacionales, surge una amenaza escondida que plantea riesgos significativos tanto para las poblaciones humanas como de animales. Durante los desplazamientos estacionales, los animales emprenden viajes en búsqueda de agua, pastos o para ser comercializados, lo que constituye una oportunidad en términos de propagación de enfermedades animales transfronterizas, tales como la fiebre aftosa, la peste de pequeños rumiantes y la fiebre del valle del Rift. La intricada danza de migraciones animales a través de amplios parajes crea un entramado complejo, en el que las enfermedades encuentran nuevas rutas para propagarse y desarrollarse.