En los últimos años, se ha prestado considerable atención a la contribución de la alimentación y la agricultura a la crisis climática, como se demostró durante la 27.ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27). Sin embargo, persiste la preocupación respecto a la atención que estos eventos e instituciones dedican a la contribución de la ganadería industrializada a la crisis climática y a los daños ambientales más amplios. Por ejemplo, a pesar de que en la COP21 (como parte del Acuerdo de París firmado por 196 países) se establecieron objetivos de reducción de emisiones para mantener el calentamiento global por debajo de los 2 °C, e idealmente no por encima de los 1,5 °C, las emisiones de la ganadería suelen quedar específicamente excluidas de planes como las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional y el Compromiso Mundial sobre el Metano, o carecen de objetivos de reducción al respecto.
