Lamberto Viadel, veterinario clínico desde 1992 y un enamorado de la microscopía

Inquieto, autodidacta y peculiar. Este veterinario, tras un efímero paso por un matadero, lleva desde 1992 ejerciendo la clínica en su propio centro, en Buñol. Lamberto Viadel es hoy, además, un amante, casi un nostálgico del microscopio -que siempre reivindica para el diagnóstico-, que hizo de la fotografía a las imágenes obtenidas con este instrumento un medio con el que divulgar sus bondades en decenas de artículos, que le llevó a pronunciar conferencias en congresos y a publicar hasta siete libros al respecto. Y de ahí a ser autor en dos ediciones (la octava y la novena) de un capítulo del Ettinguer, quizá el tratado de medicina veterinaria interna más prestigioso. Pero Viadel es -como se ha dicho- alguien singular, que tan pronto se junta con un grupo de amigos para fundar el Grupo EHNJ y traer a Valencia cada año a los mejores veterinarios del planeta como es capaz de transformar un comentario de sobremesa en un negocio y patentar ‘El Paello’, la paella rectangular que permite doblar el número de comensales que disfrutan del arroz directamente de la misma.

Describa sus primeros años hasta abrir su clínica
– Acabé en 1989 y tras el servicio militar empecé a trabajar por las mañanas en sanidad, en una época de cambios en la veterinaria. Los mataderos municipales eran pequeños y se hacía la matanza al estilo tradicional, al no haber entrado todavía la legislación europea que posteriormente los cerraría. Comenzaba a haber demanda por curar y atender mejor a perros y gatos pero esto se hacía en las propias casas de los vecinos- En muchos pueblos no había clínica. Pronto abrí un consultorio en Cheste (con Julio Máñez Prats) y otro yo sólo en Buñol. Excepcionalmente, también asistía a algún caballo, cordero, gallinas o castraba un lechón, además de inspeccionar la matanza domiciliaria. La consulta de un pueblo donde nunca había existido una clínica contaba con poco más que un termómetro, un fonendoscopio y un microscopio y solían verse patologías muy avanzadas. Se invertía gran parte del tiempo en convencer a los dueños de vacunar y desparasitar a los animales sanos porque no existía costumbre de acudir al veterinario.

Tardó sólo dos años en abrir su centro, ¿recomendaría hacer hoy lo mismo a los nuevos licenciados?
– La situación es distinta porque ahora ya no tocan las tres ramas de la veterinaria. La mayoría de los nuevos veterinarios sólo han conocido la clínica de pequeños animales. Hoy en día, los animales son uno más de la familia, y los propietarios al tener una mayor disponibilidad solicitan los mejores servicios, las 24 horas del día. Esta mayor demanda es la que hizo posible la aparición de especialidades como el diagnóstico por imagen, la cirugía y anestesiología, oftalmología, dermatología, que hace solo unos años eran impensables. El sueño del siglo XIX de estar a la altura de nuestra hermana, la medicina, ha llegado, lo que conlleva un gran reto para la veterinaria.

La clínica de Lamberto Viadel en Buñol tiene laboratorio propio

¿Qué diferencias encuentra entre el ejercicio en una clínica en un pueblo como Buñol y otro en una gran ciudad?
– Las distancias se acortan y pronto serán inexistentes. Hoy en la ciudad existen grandes hospitales de 24 horas con medios de diagnóstico como el TAC y distintos especialistas, incluso diplomados, todo en un mismo centro. Las facturas que se pagan en la ciudad son elevadas comparadas con los pueblos.

Usted es y se siente veterinario pero ¿qué porcentaje se autoasignaría de empresario?
– En nuestra época salíamos de la facultad como patólogos sin preparación empresarial. Nuestra vocación hacía, sobre todo en los inicios, que tratáramos muchos casos sin apenas ganar dinero o incluso perdiendo, por las ganas de aprender y practicar nuevas técnicas. Me jubilaré sin aprender a ser empresario pero los nuevos veterinarios sí que deben tener nociones al respecto porque la clínica es un negocio y Hacienda no entiende de romanticismos e impone sus reglas desde el primer trimestre.

Su actividad es intensa. Acumula muchos libros y artículos de microscopía, ¿qué le condujo a especializarse en ello?
– Al poco de abrir los consultorios en Cheste y Buñol, estrenamos en Valencia la clínica Emergencias Veterinarias Giorgeta. Entonces no había hospitales en Valencia y se trabajaba de apoyo al veterinario en sus servicios de urgencias, lo que se traducía en estar pegado todas las noches y fines de semana a un busca. Se le ofrecía la posibilidad de poder derivar las urgencias que no podía atender o hacerse cargo él mismo en nuestro local, como si fuera su segunda clínica. Ahí surgió la necesidad de publicar artículos para intentar dar prestigio a esta clínica. Y aunque, en un principio, me interesaba mucho y me dedicaba a las alteraciones de la conducta en los perros y gatos, tras asistir a una charla de citología empecé a hacer fotos al microscopio, lo que se tradujo en una treintena de artículos en revista nacional, la realización de un DVD por encargo de una de ellas, conferencias en varias ciudades y la publicación de siete libros sobre microscopía clínica o sobre todo aquello que se puede diagnosticar a través del microscopio (tricogramas, parásitos, coprología, citología y hematología). Entonces había pocos libros que trataran estos temas y eran muy deficitarios en cuanto su extensión y con escasas fotos, de poca calidad y poco didácticas. Mi intención fue realizar un atlas de microscopía pensado para el veterinario clínico con escasos medios, como el de una clínica rural. Hoy el microscopio sigue siendo el gran olvidado, muchas veces es sólo un recuerdo de las prácticas de la facultad, ya que hasta las clínicas más prestigiosas usan servicios de laboratorio externos.

También tuvo tiempo para, junto a otros, montar el Grupo EHNJ y acumula muchos premios consecutivos del ICOVV…
– Teníamos que ir a aprender a congresos a Madrid y Barcelona. Así que un grupo de amigos nos planteamos traer los mejores veterinarios de prestigio mundial a Valencia y hacer nuestras propias jornadas, siempre con el apoyo del Colegio de Veterinarios. Así nació el grupo EHNJ en 2005. En 2016 vinieron los premios ICOVV donde presenté algunos trabajos de microscopía (categoría Vicente Dualde) y otros de mi otra gran pasión, que es la Historia veterinaria (categoría Juan Morcillo) y en la que hasta el año 2022 me otorgaron diez premios.

Es de los fieles a las asambleas y comisiones del ICOVV
– Son muchos los compañeros que se quejan de que los colegios no hacen lo suficiente, pero lamentablemente son pocos los colegiados que aportan ideas o soluciones que se traduce en asambleas prácticamente vacías evidenciando un divorcio claro entre colegiados y colegios.