Es un chip electrónico del tamaño de un grano de arroz, que se implanta bajo la piel del gato sin causar molestia ni dolor y permite identificar al propietario y conocer la cartilla veterinaria del animal. Su coste oscila entre los 30 y los 50 euros aunque en campañas que fomentan su uso se ofrecen desde 18 euros.

Ver la noticia completa.