No hay hogar con perro donde no se haya dicho alguna vez: ‘¿Qué quieres? ¡No te entiendo!’. Y es que descifrar todos los matices del lenguaje canino no es tarea sencilla. Llevan miles de años adaptándose a la vida en sociedad y aprendiendo a comunicarse con nosotros mediante sonidos, expresiones faciales y lenguaje corporal, hasta el punto de que podríamos hablar del ‘perrunés’ sin equivocarnos demasiado.

Muchos convivientes con perros creen conocer bien sus emociones y confían en su capacidad para interpretar su estado de ánimo en distintas situaciones, sin embargo, un reciente estudio publicado en la revista Anthrozoös sugiere que esta confianza es infundada. De hecho, los humanos tendemos a fijarnos más en el contexto que en las señales reales del animal, lo que puede llevarnos a errores de interpretación con consecuencias en nuestra relación.