Los entornos urbanos y periurbanos a nivel mundial se enfrentan a desafíos crecientes en la gestión de los gatos domésticos que vagan libremente, denominados gatos comunitarios en la legislación española. Estos animales intersecan diversas preocupaciones: conservación de la biodiversidad, salud pública, saneamiento urbano y bienestar animal. Los estudios documentan su impacto en las especies nativas a través de la depredación y la alteración del comportamiento, especialmente en ecosistemas fragmentados y entornos insulares. La hibridación con gatos monteses es otra posible preocupación, aunque los estudios sugieren que en la Península Ibérica se observan bajas tasas de hibridación debido a la fuerte segregación espacial entre gatos domésticos y monteses. Sin embargo, en contextos urbanos, su papel ecológico es más matizado, ya que muchos dependen en gran medida de fuentes de alimento antropogénicas. Los parques y jardines urbanos pueden servir como refugios importantes para la fauna nativa, pero también pueden convertirse en sumideros de población cuando se exponen a la presión de depredación sostenida de los gatos que vagan libremente.

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