Ni los más viejos del lugar recordaban un Sant Antoni tan desapacible como el de la edición 2025. De hecho, celebrándose siempre un 17 de enero, suele tener la inmensa suerte de encontrar una ventana de bonanza y celebrarse incluso con sol radiante. Bien que se sabe porque, conforme avanza el desfile, se convierte en una fiesta de los contraluces. Pero que se registren casi 75 ediciones consecutivas celebradas quiere decir que las inclemencias parecen dispuestas siempre a echar una mano. O casi siempre.

Sin embargo, en esta ocasión, cuando en el festejo estuvo muy presente la dana -desde el momento que se presentó el cartel alegórico, precisamente centrado en el daño sufrido por los animales-, ayer se anunció una de baja intensidad, pero lo suficiente como para malograr en parte el siempre peculiar desfile.