Joaquín Sopena, decano de Veterinaria del CEU, cuestiona la “burbuja” y aboga por 6 años de carrera
Su curriculum apabulla. Su trayectoria universitaria es sobresaliente: fue Premio Nacional de Terminación de Estudios, se doctoró y volvió a ser reconocido, logró ser catedrático de Medicina y Cirugía Animal y fue durante muchos años vicedecano de Veterinaria de la Cardenal Herrera CEU. Aquella etapa le brindó la experiencia en gestión necesaria para afrontar desde 2020 su actual responsabilidad, decano de esta facultad. Pero a Joaquín Sopena, nacido en Huesca aunque guste situar su origen en un pueblecito del Alto Aragón -Naval-, se le ilumina la cara cuando habla de medicina regenerativa y de su actividad como responsable del Grupo Biomed Surgery, gracias a la cual “hemos defendido más de 15 tesis doctorales, numerosos proyectos y contratos de investigación y hemos desarrollado una cátedra en colaboración con la Fundación García Cugat”. Lo de ser decano es “sólo un paréntesis en mi actividad clínica e investigadora”, sentencia. Conoció a su esposa estudiando en Zaragoza, es padre de dos chicas y un chico y aficionado a la entomología y por ello, a fotografiar insectos que luce en Instagram.
Preg.: Ya son 15 facultades y se habla de burbuja universitaria, de una sobreoferta que genera precariedad. ¿Cómo lo ve usted?
Resp.: La evolución de los estudios de Veterinaria ha sufrido numerosos cambios últimamente. Valorar la necesidad de formación de egresados es complejo. En efecto, podemos pensar que hay mucha oferta pero también es cierto que el nivel de paro ronda el 6%, observándose una tendencia estable desde 2016 (alterada por la pandemia). No obstante, si analizamos la serie histórica observamos cómo en los 80 el número de egresados oscilaba en torno a los 1.600 (curso 1988-89 alcanza el máximo) frente a los 1.523 del curso 2021-22 y el número de estudiantes se situaba cerca de los 13.000 (el máximo se alcanza en el 1986-87, con 13.524) cifras sensiblemente superiores a las actuales (9.806 en el 2022-23). La plétora de egresados de los 80 y principios de los 90 todavía se mantiene activa, pero en los próximos 10-15 años llegará a la edad de jubilación generando muchas vacantes. En los 80 se abrieron 5 facultades nuevas que se unieron a las 4 históricas existentes, en los 90 una, en la primera década del siglo XXI dos más y, recientemente, tres nuevas para conformar el mapa actual de facultades.
P: Paradójicamente muchas clínicas se quejan de las dificultades para encontrar los perfiles deseados o, sin más, para contratar veterinarios…
R: Como decía, el número de egresados y estudiantes es similar, algo menor que a finales del siglo pasado. Esto unido al aumento del número de animales de compañía, de la oferta veterinaria, equipamientos, formación postgrado etc. hace que exista esa realidad y percepción laboral (lo que confirma la tasa de paro reducida). Por otra parte, la calidad del trabajo, las expectativas de progresión y la necesidad, cada vez mayor, de formación de postgrado especializada, hacen que la exigencia laboral de los nuevos graduados esté cambiando a un ritmo que quizás no hemos sabido asimilar. A las facultades nos compete formar graduados con conocimientos mínimos equiparables a los de cualquier veterinario novel europeo, pero la profesión en su conjunto ha de velar porque la calidad laboral posterior esté acorde con esta exigencia formativa.
P: ¿Cree que se puede preparar al alumno de alguna manera para afrontar mejor el burn out?
R: Este es un problema grave que ha de ser abordado desde todos los puntos de vista. Las facultades no pueden ser una excepción. La del CEU-UCH ha desarrollado actividades para concienciar al estudiante de este problema. Vamos a implementar talleres dentro de la formación curricular de los egresados, y fomentamos la cultura de tolerancia cero ante cualquier tipo de acoso, incluido el laboral, entre nuestro personal.
P: ¿Sigue siendo tan vocacional y mayoritaria la preferencia por la atención de pequeños animales?
R: Nuestro sistema de admisión incluye una entrevista previa. Se pregunta por los motivos que les llevan a estudiar Veterinaria. Hay una respuesta que se repite: siempre han querido ser veterinarios. Sigue siendo una carrera vocacional. Aunque mayoritariamente la opción es la clínica de pequeños animales, cada vez es mayor el número de estudiantes que manifiestan preferencia por los caballos y por los nuevos animales de compañía. Muchos desconocen otras actividades veterinarias, por eso es importante informar a los futuros estudiantes sobre las salidas profesionales y la formación a la que se enfrentarán. Desde el primer curso tienen información sobre las funciones del veterinario. Conforme avanzan en la carrera, van profundizando en todas las materias, incluida la seguridad alimentaria, lo que permite al futuro graduado perfilar mejor su vocación y descubrir nuevos nichos laborales.
P: ¿Hay tanto estudiante vegano/animalista como a veces se especula?
R: Como en cualquier grupo, existen muchas sensibilidades sobre distintos temas. Es cierto que puede darse cierto nivel de incomodidad con algunas actuaciones o sistemas de producción en algunos estudiantes, pero fundamentalmente se debe a desinformación o información parcial. Nuestra labor es formar en las funciones de un veterinario en todos los ámbitos, no valorar las ideas o hábitos de los estudiantes. Por fortuna, nuestra comunidad es diversa y en ella coexisten e interactúan personas de más de 40 países.
P: La mayoría de grados están diseñados para 4 años pero Veterinaria tiene 5 y se trabaja en extenderla a 6.
R: La carrera está regulada por una directiva y cuenta con un órgano de evaluación de la calidad de ámbito europeo (EAEVE). El Espacio Europeo de Educación Superior favorece la movilidad de estudiantes y el mercado único, la movilidad laboral. Por ello la formación de los veterinarios ha de ser similar en toda la UE. En este sentido, en la mayoría de países la duración de estos estudios es de 5,5 ó 6 años y en solo unos pocos (como España) duran 5 años. Por otra parte, la incorporación de nuevas competencias de formación tal y como establece la directiva, el aumento de la formación práctica pre-grado para equiparar a nuestros egresados a los del resto de la UE y la realidad de la duración de estos estudios en nuestro país (casi 6 años de media para finalizarlos) hacen necesario adaptar nuestros planes de estudios y llevarlos a 6 años de duración.
P: Los nuevos estatutos del ICOVV incorporan la figura del precolegiado, ¿qué opina de ella?
R: Creo que es fundamental la colaboración y conexión entre el ámbito académico y el profesional. Tenemos la suerte de ser una profesión regulada. El contacto y conocimiento de los futuros colegiados con el colegio les permitirá conocer de primera mano todas las oportunidades que les ofrece esta corporación.