Lamberto Viadel, premio Morcillo 2023, repasa los tratamientos contra este virus hasta llegar a Pasteur: “La historia no es acumular anécdotas”

Lamberto Viadel es un ‘clásico’ en los Premios ICOVV: de 2016 a 2023 ha sido merecedor cada año de al menos un galardón en alguna de sus categorías. Reconocido especialista en citología, apasionado del microscopio, en las últimas ediciones -sin embargo- ha dirigido su pasión investigadora hacia la Historia de la Veterinaria. Su último reconocimiento por su trabajo titulado ‘Tratamientos de la rabia canina desde la antigüedad hasta el 6 de julio de 1885’ se llevó el primer premio Juan Morcillo Olalla del ICOVV.

Este árduo trabajo de compilación es también un curioso repaso por varios milenios de superstición, la que concernía al virus de la rabia -”la enfermedad más temida y letal”, comienza introduciendo-, considerada un “veneno” durante muchos, muchos siglos. En realidad, Viadel repasa con su estudio los antecedentes profesionales de la Veterinaria -repletos de “prácticas de brujería, recetas y tratamientos milagrosos”- hasta que ya en el XIX abrigó a la Ciencia con la irrupción de la primera vacuna de Pasteur.

“La historia de la Veterinaria es una gran olvidada. No es acumular anécdotas curiosas, es darle sentido al pasado buscando proyectarlo al presente. Es un concepto más amplio y enriquecedor”, señala a este boletín quien acumula los tres últimos primeros premios del referido certamen Juan Morcillo. Cada una de estas joyas analíticas le lleva meses de trabajo en sus horas ‘muertas’ (las que saca más allá de su actividad profesional, claro), esfuerzos de indagación, la mayor parte de ella a través de bases documentales digitalizadas alojadas en la red. Con tal curriculum se entiende que Viadel haya sido llamado a formar parte de la Comisión de Historia de la Veterinaria del ICOVV.

 

De los faraones a la actualidad
En su investigación sobre la evolución de la mal llamada hidrofobia, Viadel encuentra referencias a esta epizootia en el Egipto de los faraones (3.100 a.C), en la Grecia clásica -la llamaron lyssa, es decir, locura-, en el Imperio Romano -para ellos rabere, rabiar-, describiendo cómo, con el crecimiento demográfico de la Edad Media, esta enfermedad pasó de ser episódica a frecuente. “Producía pánico por la espectacularidad de los síntomas clínicos en los perros y por la muerte asegurada de quien la contraía”, explica en un pasaje.

Sobrediagnosticada
En sus últimas páginas, a modo de conclusiones, Viadel reflexiona sobre el caracter urbano de la enfermedad, al ser el perro su principal reservorio. “Aquellos animales que deambulaban sin dueño, iban con la cola tendida (…) se catalogaban directamente y sin ningún diagnóstico como rabiosos y se sacrificaban. La rabia se sobrediagnosticó al ser confundida con otras enfermedades por basar el diagnóstico en la sintomatología, muchas veces ambigua o subjetiva”, advierte en el tramo final del artículo.

– Ver Premios ICOVV 2023. Pag 75