Una consultora desentraña en un curso del ICOVV los factores que animan a la plantilla a mejorar y a ganar en eficiencia y productividad

“Motivar es como hacer una buena paella. Existen recetas, tiempos de cocción, ingredientes… pero no hay una fórmula mágica, hay que trabajarla”. Así arrancó Núria Tabares el pasado 26 de octubre la primera sesión del curso ‘La motivación como recurso individual y de equipo para el éxito de los centros veterinarios’., que se cerró con una segunda charla el 2 de noviembre. Como desgranó posteriormente sí hay, en cambio, datos objetivos sobre hasta dónde puede llegar una clínica motivada: son hasta un 50% más eficientes, incrementan un 18% su productividad, pueden reducir hasta un 37% el absentismo… Sin embargo, como señaló la consultora y coach, conviene “mirar menos los números y más a las personas porque actuando así, los números saldrán”.

La experta distinguió entre dos tipos de motivación. La extrínseca, que es la que el gerente de un centro puede trabajar y la intrínseca, la de cada cual, que nace del interior. Pero ese espíritu para construir equipo, para alinearse con la marcha de la empresa, dependerá también de un principio psicológíco determinante: el del progreso. “¿Ofrecemos progresar, plantearse nuevos retos?”, se cuestionó.

Para mejorar resultados, tan importante como identificar lo que motiva (emociones, estado de ánimo positivo…) es hacerlo con lo que desmotiva (desgaste laboral, mal ambiente, estrés…). Y, acto seguido, dio algunas pautas sobre un factor que puede contribuir tanto a lo uno como a lo otro, el salario. No siempre subirlo es la mejor receta porque hay que considerar antes “la preferencia individual y hay gente que quiere más ocio, flexibilidad libres… que más dinero”, explicó. Eso sí, para incentivar a la mejora “debe existir una relación directa entre salario y el desempeño percibido así como entre el esfuerzo y el rendimiento”, matizó

Los factores
Ya de forma más sistemática, enumeró y se explayó en cada una de las claves para mantener a un trabajador, a un equipo motivado. La primera, ofrecer autonomía (1), dar margen para actuar sin depender del gerente o superior, en función -claro- de su cualificación, de la preparación y experiencia. Tan relevante como eso sería el desarrollo de una carrera (2), permitir que cada cual mejore sus habilidades y su talento.

“Tener un propósito (4) más grande que uno mismo, tenerlo como clínica, definir hacia dónde vamos, si queremos ser consultorio, clínica, hospital de referencia…”, empezó explicando para citar también la creación de una “cultura de empresa”.

Un conflicto recurrente y otro factor de desmotivación sería la falta de adecuación al puesto de trabajo (5). “El proceso de selección es clave y hay que tener mucho cuidado con generar falsas expectativas”, advirtió Tabares.

El entorno, el ambiente (6), los ruidos, la falta de ventilación o la temperatura inadecuada en el centro pueden también generar mucha incomodidad.

El liderazgo (7) o su ausencia también pueden generar desmotivación, de ahí la importancia también de acertar en el proceso de selección de mandos. “Deben ser honestos, éticos”, matizó.

La comunicación interna (8) debe ser efectiva, tanto en sentido descendente (de mandos a trabajadores) como ascendente. Y relacionado con eso, motivar pasa por reconocer logros (9).