El sector clínico veterinario está atravesando por una transformación de la que el consumidor, responsable de su animal doméstico, igual no es del todo consciente. La irrupción de fondos de inversión y la creación de cadenas con facturaciones millonarias ha alimentado, a su vez, los procesos de agrupación entre clínicas y la creación de franquicias. En conjunto, la intensificación de la competencia ha desatado la aparición de un tercer grupo de centros, que no tienen inconveniente en publicitarse como ‘low cost’ y cuya oferta se basa en precios muy bajos. De ahí que el Colegio de Veterinarios de Valencia (ICOVV) haya iniciado una campaña para poner en valor los centros veterinarios valencianos –que son mayoría- en los que prima la calidad en el servicio y para alertar sobre las consecuencias de algunas ofertas que podrían ser sólo un reclamo más y no tener las suficientes garantías.

Hoy están registrados en la provincia de Valencia 443 centros veterinarios: 93 consultorios, 323 clínicas, 23 hospitales y 4 centros de referencia. Cada uno de ellos cuenta, como ocurre con los centros sanitarios para personas, con instalaciones, equipamientos y personal adecuado para la actividad que realizan. Es importante destacar el hecho de que en Valencia durante 2020 se haya duplicado el número de clínicas que han pasado a adquirir la condición de hospital (de 11 en 2019 a 23 hoy). Los centros solicitan su registro en el ICOVV, que comprueba que cumplen los re-quisitos mínimos para ser dados de alta. Todos ellos, con independencia de su condición, han de estar pues registrados, deben contar con un director técnico veterinario y tanto este como el resto de veterinarios que ejerzan deben estar colegiados. El ICOVV lleva ya un tiempo trabajando en procedimientos de calidad y en una ‘marca de calidad’ que redundará en dar mayores garantías de seguridad sobre la asistencia sanitaria que se preste a los pacientes.

“Cualquier acto clínico habitual –la identificación por microchip, vacunación, desparasitación, esterilización…- que se realice en cualquiera de estos centros tiene unos costes mínimos de materiales y de personal. Cuando esto no se respeta puede que se haga a costa del bienestar del animal”, detalla la presidenta del ICOVV, Inmaculada Ibor. Por todo ello la responsable colegial insta a los consumidores a que “sean conscientes de este hecho, a que revisen el presupuesto detallado que les proporcionen y a que requieran las explicaciones que sean necesarias sobre el diagnóstico y el tratamiento que se vaya a prescribir a sus animales de compañía”.

Una esterilización, el ejemplo

El caso de una esterilización bien podría ilustrar este fenómeno: Necesita de la supervisión de un profesional durante toda la anestesia para monitorizar las constantes vitales del animal; usar anestésicos adecuados y tratamientos posteriores para eliminar el dolor durante todo el proceso quirúrgico y requiere del uso de materiales así como de medios técnicos adecuados (generadores de oxígeno, máquinas para esterilizar el material, materiales de sutura…). La ausencia de algunos de estos cuidados puede repercutir en la calidad y seguridad del servicio. “En ocasiones, un precio más bajo no se debe a la capacidad de cada centro para gestionar mejor sus costes sino que estrictamente depende de la calidad del servicio, por lo que conviene desconfiar de precios que se sitúen claramente por debajo del mercado”, concluye Ibor.

Campaña

Por tal motivo, el ICOVV ha dirigido una carta a sus propios colegiados instándoles a poner en valor la profesión en función del buen servicio que presta y no tanto del precio, ha editado una viñeta ilustrativa y un vídeo (que ya se viralizó en 2019) para tratar de concienciar a unos y otros –a algunos centros veterinarios y a los consumidores- sobre los riesgos de las ofertas de determinados centros low cost. Y más allá de todo ello, para afrontar con garantías tantos cambios en el sector, desde hace años que ha multiplicado sus esfuerzos en formación en materia de gestión de centros.