Dolor
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- Categoría: Salud
- Publicado el Sábado, 27 Octubre 2012 08:40
- Escrito por Super User
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La sensación de dolor es un fenómeno con una importante carga de subjetividad. Su percepción depende mucho de cada individuo. Podríamos definirlo como la percepción por parte del ser vivo, de un estímulo nocivo, que es potencialmente dañino para su organismo.
Pero, ¿cuáles son estos estímulos nocivos? Por desgracia pueden ser muchos: químicos, mecánicos, inflamatorios, por deficiencia de riego sanguíneo, por traumatismos, por temperaturas extremas...
El problema del dolor adquiere otra dimensión en el caso de nuestros animales de compañía. Ellos no nos pueden decir con palabras que sienten dolor. Nuestros queridos amigos, cuando quieren ponernos sobre aviso de sus molestias, gimen, lloran, levantan la pata, adoptan posiciones no habituales, se niegan a moverse, disminuyen su actividad habitual, o incluso modifican su carácter y comportamiento. Pero con ello sólo nos hacen ver que algo les pasa, sin poder expresar donde está la molestia, ni cómo les afecta. De ahí la importancia de saber darnos cuenta de que algo va mal, sobre todo en los casos menos aparentes porque, sea cual sea la causa, cuanto antes llegue a la consulta mejor será el pronóstico. Además, los veterinarios está preparados para actuar, sin que sus pacientes les puedan ayudar, contándoles lo que les pasa.
Estas situaciones requieren extremar las precauciones en el contacto con nuestra mascota, pues podría tener una reacción agresiva si al moverlo o tocarlo le agudizamos el dolor.
En el manejo del dolor de los animales de compañía, el primer y fundamental punto a tener en cuenta, es que el propietario no los medique por su cuenta. En todos los casos, la aplicación de fármacos sin la previa prescripción del profesional, puede ocasionar graves problemas. Como ejemplo de sus consecuencias, y centrándonos en la utilización de analgésicos, o fármacos contra el dolor, podemos comentar el grave efecto en los gatos del ácido acetil salicílico, más conocido como aspirina. Su uso en ellos puede llegar a producirles la muerte.
En todo cuadro doloroso, lo más adecuado es diagnosticar con exactitud la causa del problema, y prescribir dos tratamientos claros y diferenciados: uno contra el dolor propiamente dicho, principalmente mediante la administración de analgésicos, y otro contra la causa que lo produce, siempre, eso si, de la mano del profesional veterinario.
En definitiva, se pretende que estas medidas alivien o eliminen el dolor, y permita que la parte del organismo afectada vuelva a funcionar, con total normalidad.
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